EL BUQUE FANTASMA ** Antonio Pedro Pérez ** Ópera  

Publicado por: Pandora

Después de un tiempo de atraque, este buque se dispone a visitar un edificio que aunque todavía joven, ya ocupa un lugar emblemático dentro de la cultura de su ciudad. Está situado en un paraje único, rodeado por monumentos singulares y un río que tiene bonito hasta el nombre, y mucho más si lo pronuncias en latín. El edificio al que me refiero lleva el nombre de Teatro de la Maestranza y los habituales que solemos asistir gozamos de una programación que, con algún que otro altibajo, tiene categoría de primera plaza. Creo que el símil taurino le viene como anillo al dedo.

Remontándome en el tiempo dos años atrás, asistí en dicho escenario a un recital lírico del que quedé profundamente impresionado. Dentro del ciclo lírico dedicado a cuatro sopranos, se presentó una paisana nuestra, de Granada por más señas, que cautivó a todo aquel que asistió al evento. No se puede cantar con más arte, gracia y por supuesto facultades. Esta granadina se llama Mariola Cantarero y creo sin jugar a adivino que está llamada a ser alguien importante dentro de este mundo, si no lo es ya.

Cuando supe la programación del teatro para la temporada 09/10, observé que uno de los elencos de los dos que estaban programados para La Traviata, estaba formado por Mariola Cantarero e Ismael Jordi en sus principales papeles. No lo dudé un instante. La Traviata que yo quería ver era esa, con una Violeta granadina y un Alfredo jerezano, ¿se puede tener más gracia y más arte? Y a fe que no me equivoqué, espectáculo excelso el que pudimos disfrutar en una noche primaveral sevillana a la orilla del río Betis, casi nada.

La Traviata es una ópera en tres actos de Giuseppe Verdi con libreto de Francesco María Piave, basada en la obra de Alejandro Dumas (hijo), La dama de las camelias. Fue estrenada en el teatro de La Fenice de Venecia en 1853, cosechando un sonoro fracaso. El motivo fue posiblemente debido a la elección de una soprano bastante obesa, cosa que motivó la hilaridad del respetable, ya que Violeta padece de tisis y no era creíble dicho rol en una persona gruesa. Al año siguiente se volvió a representar con un éxito enorme, éxito que la ha acompañado hasta nuestros días.

La producción que nos ha visitado es del Teatro de la Ópera de Roma. En el foso la ROSS, bajo la batuta del maestro Andrea Licata. La dirección escénica es de Franco Zefirelli. A mí, Zefirelli como realizador de películas no me gusta, siempre he pensado que no hace películas, que lo que hace son estampitas. Su versión de Romeo y Julieta almibarada a más no poder y la que realizó sobre la vida de San Francisco “Hermano sol, hermana luna”, una hermosa estampa con mucho colorido y poco fundamento. Pero otra cosa es el Zefirelli que ha dirigido escénicamente esta versión de La Traviata, sencillamente magistral. Los decorados impresionantes. Es la primera vez que escucho al Maestranza aplaudir un decorado (principio del segundo cuadro del segundo acto) y ni qué decir de todo el elenco que forma esta producción: figurantes, bailarines, coro… Todos en escena formaban una amalgama en la que no sobraba ni faltaba nada. Pienso que a pesar del elevado número de intervinientes en escena, hay un entendimiento entre todos difícil de conseguir, por lo que imagino que los ensayos habrán sido intensos y fructíferos, también creo que la reforma que se hizo en el teatro con la ampliación del escenario ha facilitado que se pueda representar espectáculos de la magnitud del que nos ocupa. El vestuario, por momentos sobrios y por momentos con un colorido intenso, según la escena, también acompañó al éxito rotundo que ha cosechado esta maravillosa producción. La ROSS suena cómo los ángeles, la conducción del maestro Licata fue perfecta.

Acto I

Alfredo Germont (Ismael Jordi), acude a una fiesta de la alta sociedad parisina, en casa de la joven cortesana Violeta Valery (Mariola Cantarero), de la que está secretamente enamorado. Alfredo pretende que su amigo Gastón ,que lo acompaña, le presente a su amada, cosa que sucede. A Alfredo, que tiene fama de poeta, le piden los asistentes que entone un brindis, y es cuando se sucede uno de los momentos álgidos de la ópera, el célebre “Libiamo”, muy buena interpretación por parte de los cantantes y del coro, quizás algo estática en su concepción escénica. Violeta queda impresionada por el joven, con el que queda a solas cuando acaba la cena y los invitados se marchan. Ella adivina que el amor que siente en el joven hacia ella pueda ser sincero, y cree que a ella no le conviene, no desea abandonar su vida de lujo y placer y además anda preocupada por una mala salud que empieza a dejar los primeros síntomas. Unos de los dúos más famosos de la historia de ópera se produce a continuación “Di quell'amore che palpito". Difícil papeleta para el jerezano estar a la altura de Mariola, y a fe que lo estuvo. A Mariola, independientemente de sus grandes facultades, hay que añadirle una gracia, un saber estar en el escenario, como si este rol fuera habitual de su repertorio, cuando era la primera vez que lo interpretaba. Maravilloso dúo el que nos obsequiaron. Ella le regala una flor (una camelia) y le dice que la volverá a ver cuando la flor se marchite. El acto termina con una reflexión de Violeta "Sempre libera deggio!". Ella no quiere dejar su mundo, prefiere su vida de cortesana a dejar ese mundo por un amor al que, debido a su enfermedad, le ve poco futuro.

Acto II

Escena I

Alfredo ha conseguido que Violeta acepte vivir con él. En la afueras de París, en una casa de campo, mora la pareja de enamorados. Son felices, dichosos, nada parece poder alejar a uno del otro. Alfredo se entera por la criada de que Violeta está vendiendo todas sus pertenencias para sufragar los gastos que produce la convivencia de ambos. Cuando se entera decide marchar a París para intentar arreglar su economía y no depender de ella. Violeta está esperando un marchante para vender más pertenencias, cuando le anuncian una visita. Creyendo que es el comprador, recibe a esa persona que se presenta como Giorgio Germont (George Petean), padre de Alfredo. Momento dramático el que se produce, cuando el Sr. Germont le dice que por culpa de su mala fama sus amistades le están cerrando las puertas, y a su hija su prometido le ha insinuado que la abandonará si Alfredo no rompe la relación que mantiene con ella. Violeta en un principio se niega, el diálogo entre los dos va “in crescendo” en intensidad y dramatismo. El barítono Petean cumplió con creces, siendo muy aplaudido. Violeta, recapacita y decide escribirle una carta de despedida a su amado. Cuando el Sr. Germont se marcha, aparece Alfredo que viene de París e ignora la visita de su padre. Violeta le canta ¡Amami Alfredo! y le pide que la ame aunque ocurran cosas que él no comprenda. Después desaparece camino de París. Alfredo lee la carta y es preso de los celos, creyendo que Violeta se va con un antiguo amigo: el Barón Douphol. Despechado se marcha a París en busca de venganza.

Escena II

Se celebra una fiesta de carnaval en casa de Flora, amiga de Violeta. Cuando se levanta el telón, el público del Maestranza interrumpe con una sonora ovación la puesta en escena del cuadro. Los decorados, el vestuario, espléndida ambientación la que nos obsequia Zefirelli. A la fiesta acude Violeta acompañada por el Barón Douphol y, por otra parte, Alfredo, que sabía que Violeta acudiría a la misma. Los dos hombres mantienen una discusión acalorada que termina con la promesa de ambos de batirse en duelo. Alfredo que previamente había ganado una considerable suma de dinero en el juego, se la arroja a Violeta, obteniendo la repulsa de todos los asistentes y de su padre que, en esos momentos, entraba en la estancia. Alfredo se derrumba, dándose cuenta del error que había cometido.

Acto III

Violeta yace prostrada en su lecho, débil, apenas sin fuerzas, relee una y otra vez la carta que el Sr. Germont le ha mandado. En dicha carta le comenta que Alfredo estaba en un país extranjero y que le había escrito contándole la verdad, que él la había obligado a que lo abandonara, y explicándole el sacrificio que ella había realizado. También le comentaba que Alfredo había tomado el camino de vuelta a París para reunirse con ella. Violeta se aferra a la idea de volver a ver a su amado y eso la mantiene viva a pesar de su gravedad.

Annina la criada, le trae una inusitada noticia, Alfredo ha llegado. El encuentro entre los amantes se produce, hay un dúo de claro optimismo "Parigi, o cara, noi lasceremo", pero él advierte que ella está muy débil. Violeta, que presagia lo peor, se despide "Morir si giovane". Aparece en escena el Doctor Grenvil que viene a visitarla y el padre de Alfredo. Súbitamente Violeta nota una mejoría tal que parece que el mal ha huido, las fuerzas renacen y vuelve a sentir la alegría de vivir. De pronto se desvanece y cuando Alfredo la coge en sus brazos expira.

El público premió con una larguísima ovación. Los bravos fueron prolongados y sonoros. Cuando Mariola salió a saludar, el teatro se vino abajo: vítores, bravos, piropos hacía la granadina… Volviendo al símil taurino “cortó dos orejas y rabo”.

Para finalizar este Buque fantasma, os comentaré que el próximo 1 de julio en el Teatro de la Maestranza se celebrará una gala lírica, despedida de la presente temporada en la que repite el tenor Ismael Jordi y la soprano Ruth Rosique con la ROSS, dirigida por Juan Luis Pérez. También me gustaría comentar que ya ha formado cuerpo la programación para la próxima temporada. Tendremos a Wagner con El oro del Rhin, primera parte de la tetralogía El anillo del nibelungo, La Boheme de Puccini, El cazador furtivo de Carl María von Weber, y para finalizar el ciclo operístico Don Carlo de Verdi. En el mes de febrero está programada la zarzuela Doña Francisquita, con el mismo elenco protagonista de La Traviata, es decir Mariola Cantarero e Ismael Jordi. Quedáis avisados.

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3 comentarios

Anónimo  

Gracias a tus artículos del Buque Fantasma me estoy iniciando en el mundo de la ópera y me parece muy interesante.
Creo que este género musical se sigue resistiendo al gran público por la reputación de espectáculo de élite que sigue teniendo, y por los altos precios de las entradas en algunos casos, para que nos vamos a engañar.
Pero creo que de vez en cuando merece la pena vivir ese acontecimiento musical y visual. Resulta emocionante.
De nuevo gracias, Antonio.

2 de julio de 2010, 13:02
Anónimo  

Hace algunos años fui a ver "La Traviata" y me encantó. Eso sí, mi incultura musical me impide hablar de quienes cantaban o de quienes fueron los responsables del decorado. De todas formas me gustaría mucho volver a la ópera. Creo que, aunque es un mundo muy desconocido para la mayoría de nosotros, merece muchísimo la pena. Gracias.

2 de julio de 2010, 18:06
Anónimo  

Muchísmas gracias, en el siglo XIX en Italia, la ópera era la musica popular, el público que llenaba los teatros incluido La Scala, era la clase popular, Verdi era el ídolo del rock de aquella época. Después con el tiempo, la ópera se hizo más elitista como bien dices, pero en la actualidad creo que está al alcance de cualquier persona que esté interesada. La programación del Maestranza es amplia, con los medios tecnológicos actuales, es posible consiguir entradas si se está atento a la fecha de emisión, y con respecto al precio, hay localidades desde 30 a 90€ y os aseguro que en Paraiso, que es donde es más barata la visión y la audición es muy buena. De vez en cuando, distintas delegaciones culturales reparten entradas de ensayo general, hecho bastante interasante porque nos acerca estos eventos de forma gratuita. Muchísima gracias por vuestros comentarios, un saludo

8 de julio de 2010, 13:05

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