No quiero risas. Esto no es fácil para mí. A esos extremos lleva la amistad. Alguien - tan amigo mío que a pesar de aquello lo sigue siendo - se empeñó, lo organizó todo, y antes de que yo pudiera decir “esta boca es mía” estábamos en Madrid, en las cercanías de ese estadio olímpico sin olimpiada llamado
En cuanto al concierto en sí, pues qué queréis que os diga:
Lo más interesante del concierto, y así voy retomando la razón de que me haya acordado hoy de Bon Jovi y de aquellos días en Madrid, fueron los teloneros: Unos cincuenta minutos antes de que saltaran (es un decir, lo que se dice saltar, saltaron poco) al escenario esa recua de Barbies supervitaminadas, les tocó calentar el ambiente a un dúo, por aquel entonces casi desconocido a pesar de tener dos discos publicados: Se llamaban Pereza, y afortunadamente – y en contra de lo que suele suceder en este país de academias y artistas prefabricados – la suerte ha acompañado al talento de este dúo madrileño desde entonces.
No conozco su discografía de cabo a rabo ni lo pretendo. No son de mis grupos de cabecera, pero sí me gustan lo suficiente como para que me apetezca dejar aquí este mes un pequeño recorrido por su carrera. Vaya por delante la advertencia de que mis temas favoritos no coinciden algunas veces con los hits comerciales que han tenido, así que si algún fan del grupo lee estas líneas, probablemente eche de menos tal o cual canción. Como digo voy a mencionar no las mejores ni las más conocidas, sino mis favoritas.
Pereza se forma en 1999, y después de un par de años tocando en garitos, publican su primer disco, homónimo. Entre ese trabajo de 2001 y su último disco de estudio, “Aviones”, publicado en agosto de 2009, han quedado otros cuatro trabajos, incluyendo una especie de recopilatorio llamado “Los amigos de los animales” en el que lo más selecto del pop nacional los acompañaba versionando sus canciones. También publicaron un concierto acústico grabado en formato DVD en el teatro Tivoli de Barcelona, y alguna que otra rareza o colaboración que seguro que me dejo en el tintero. Recientemente han colaborado con Sabina en dos de los temas que éste ha incluido en “Vinagre y Rosas”.
Volviendo a sus discos propiamente dichos, tanto el sonido como las composiciones han ido evolucionando con el paso del tiempo, como está mandado, pero desde el principio estaban sentadas las bases de lo que pretendía ser el grupo y de como pretendía sonar. Si simplemente los escucho puedo rastrear algunas – no todas - de esas influencias a las que la prensa se refiere cuando habla de ellos (Tequila, Ronaldos...) y alguna otra que les encuentro personalmente, pero si además los estoy viendo, canijos como radiografías, con las guitarras colgadas como si se las hubieran tirado de un tejado, con esa pose entre gamberra y desafiante del que sabe que tiene la sartén por el mango, se me parecen a los Stones, independientemente de cómo suenen. Cuestión de actitud.
Cuando hablo de influencias lo hago en el buen sentido. Todo en la música de Pereza está tan en su sitio y es tan natural que, sea cual sea el envoltorio de las canciones, es en el alma de éstas donde se da la constante, el “Factor Pereza”. Suenan auténticos, genuinos, de una pieza.
De sus primeros años, digamos los tres primeros discos, destacaría quizá “La noria”, “Si quieres, bailamos”, “El cartero”... pero mi favorita es sin duda “Niña de papá” con un ritmo y un sonido cercanos al punk melódico y una letra ingenua e irreverente a un tiempo (“ya son las seis y estás tan intoxicada / ya no ves nada, sólo bailas / y tu mamá está en casa, preocupada/ ya no sabe a quién llamar”). Os dejo un enlace al video-clip de ésta última, por si queréis darle un repasito, merece la pena.
A partir de ahí, y tras la publicación del recopilatorio de colaboraciones que antes mencioné, llegó “Aproximaciones”, en 2007, del que me gustaron “Tristeza” y “Estrella polar” (creo recodar que fueron los dos primeros sencillos que lanzaron), y especialmente “Por mi tripa”, un medio tiempo repleto de sutilezas y matices, con una letra en la que flotan el humo de los bares, las malas compañías, el alcohol y el resto de esos paraísos artificiales de los que se suele echar mano en ese mercado persa que es la noche (“Salir cada noche a matar /hacer un par de rotos / amanecer charlando / con cara de locos”).
Durante todo este recorrido Pereza ha simultaneado la composición y grabación de sus discos con giras maratonianas, cada vez en sitios más grandes, y han hecho sus pinitos en las Américas. Están situados. A veces esta circunstancia suele influir negativamente en los grupos, pero a ellos les ha permitido hacer un disco como “Aviones”, lanzado a finales de agosto de 2009, un disco más reposado, que da menos la impresión de haber sido escrito a arreones, en el que predomina el sonido acústico y en el que parecen haber alcanzado la definitiva madurez compositiva, haber dejado atrás un par de clichés, y haber escrito un disco denso, difícil y exigente para el oyente, que respira talento por la mayoría de sus diecisiete temas, sin perder un ápice de frescura.
Como veo que me estoy poniendo tierno y no tengo pañuelos a mano, va siendo hora de terminar. Si algo de lo que habéis leído u oído en los enlaces os ha llamado la atención, podéis buscar vosotros mismos el resto de las canciones, para irlas catando. Y si os tropezáis con algún disco suyo, podéis incluso comprarlo original. Los de Pereza y Ramoncín os lo agradecerán. Los Pereza porque al fin y al cabo comen de eso, y Ramoncín porque como de todas formas nadie compra los suyos, él se alegra por los demás. Él es así.
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