Publicado por: Pandora



Todos tenemos algún secreto. Todos hemos hecho alguna vez algo ignominioso e inconfesable, llevados por la locura o la juventud, algo que guardamos celosamente para nosotros, hasta que el secreto nos quema tanto dentro, que no tenemos más remedio que dejarlo salir. Creo que ha llegado el momento de desvelar el mío: En el año dos mil tres fui a un concierto de Bon Jovi.

No quiero risas. Esto no es fácil para mí. A esos extremos lleva la amistad. Alguien - tan amigo mío que a pesar de aquello lo sigue siendo - se empeñó, lo organizó todo, y antes de que yo pudiera decir “esta boca es mía” estábamos en Madrid, en las cercanías de ese estadio olímpico sin olimpiada llamado La Peineta, y que ha quedado – como el de Sevilla – para saraos musicales de gran pelaje.

Bromas aparte, no guardo un mal recuerdo de ese fin de semana, todo lo contrario. En esos tres o cuatro días aproveché para ver a la familia, hacer el cateto a babor por la capital de las Españas y echar unas risas.

En cuanto al concierto en sí, pues qué queréis que os diga: La Coral de los Niños Escolapios de Los Palacios alcanza registros más agresivos musicalmente hablando que la otrora banda de rock duro conocida como Bon Jovi, devenida desde hace años a fenómeno de fans adolescentes, con un sonido tan manso que es capaz de aburrir a las ovejas.

Lo más interesante del concierto, y así voy retomando la razón de que me haya acordado hoy de Bon Jovi y de aquellos días en Madrid, fueron los teloneros: Unos cincuenta minutos antes de que saltaran (es un decir, lo que se dice saltar, saltaron poco) al escenario esa recua de Barbies supervitaminadas, les tocó calentar el ambiente a un dúo, por aquel entonces casi desconocido a pesar de tener dos discos publicados: Se llamaban Pereza, y afortunadamente – y en contra de lo que suele suceder en este país de academias y artistas prefabricados – la suerte ha acompañado al talento de este dúo madrileño desde entonces.

No conozco su discografía de cabo a rabo ni lo pretendo. No son de mis grupos de cabecera, pero sí me gustan lo suficiente como para que me apetezca dejar aquí este mes un pequeño recorrido por su carrera. Vaya por delante la advertencia de que mis temas favoritos no coinciden algunas veces con los hits comerciales que han tenido, así que si algún fan del grupo lee estas líneas, probablemente eche de menos tal o cual canción. Como digo voy a mencionar no las mejores ni las más conocidas, sino mis favoritas.

Pereza se forma en 1999, y después de un par de años tocando en garitos, publican su primer disco, homónimo. Entre ese trabajo de 2001 y su último disco de estudio, “Aviones”, publicado en agosto de 2009, han quedado otros cuatro trabajos, incluyendo una especie de recopilatorio llamado “Los amigos de los animales” en el que lo más selecto del pop nacional los acompañaba versionando sus canciones. También publicaron un concierto acústico grabado en formato DVD en el teatro Tivoli de Barcelona, y alguna que otra rareza o colaboración que seguro que me dejo en el tintero. Recientemente han colaborado con Sabina en dos de los temas que éste ha incluido en “Vinagre y Rosas”.

Volviendo a sus discos propiamente dichos, tanto el sonido como las composiciones han ido evolucionando con el paso del tiempo, como está mandado, pero desde el principio estaban sentadas las bases de lo que pretendía ser el grupo y de como pretendía sonar. Si simplemente los escucho puedo rastrear algunas – no todas - de esas influencias a las que la prensa se refiere cuando habla de ellos (Tequila, Ronaldos...) y alguna otra que les encuentro personalmente, pero si además los estoy viendo, canijos como radiografías, con las guitarras colgadas como si se las hubieran tirado de un tejado, con esa pose entre gamberra y desafiante del que sabe que tiene la sartén por el mango, se me parecen a los Stones, independientemente de cómo suenen. Cuestión de actitud.

Cuando hablo de influencias lo hago en el buen sentido. Todo en la música de Pereza está tan en su sitio y es tan natural que, sea cual sea el envoltorio de las canciones, es en el alma de éstas donde se da la constante, el “Factor Pereza”. Suenan auténticos, genuinos, de una pieza.

De sus primeros años, digamos los tres primeros discos, destacaría quizá “La noria”, “Si quieres, bailamos”, “El cartero”... pero mi favorita es sin duda “Niña de papá” con un ritmo y un sonido cercanos al punk melódico y una letra ingenua e irreverente a un tiempo (“ya son las seis y estás tan intoxicada / ya no ves nada, sólo bailas / y tu mamá está en casa, preocupada/ ya no sabe a quién llamar”). Os dejo un enlace al video-clip de ésta última, por si queréis darle un repasito, merece la pena.





A partir de ahí, y tras la publicación del recopilatorio de colaboraciones que antes mencioné, llegó “Aproximaciones”, en 2007, del que me gustaron “Tristeza” y “Estrella polar” (creo recodar que fueron los dos primeros sencillos que lanzaron), y especialmente “Por mi tripa”, un medio tiempo repleto de sutilezas y matices, con una letra en la que flotan el humo de los bares, las malas compañías, el alcohol y el resto de esos paraísos artificiales de los que se suele echar mano en ese mercado persa que es la noche (“Salir cada noche a matar /hacer un par de rotos / amanecer charlando / con cara de locos”).

Durante todo este recorrido Pereza ha simultaneado la composición y grabación de sus discos con giras maratonianas, cada vez en sitios más grandes, y han hecho sus pinitos en las Américas. Están situados. A veces esta circunstancia suele influir negativamente en los grupos, pero a ellos les ha permitido hacer un disco como “Aviones”, lanzado a finales de agosto de 2009, un disco más reposado, que da menos la impresión de haber sido escrito a arreones, en el que predomina el sonido acústico y en el que parecen haber alcanzado la definitiva madurez compositiva, haber dejado atrás un par de clichés, y haber escrito un disco denso, difícil y exigente para el oyente, que respira talento por la mayoría de sus diecisiete temas, sin perder un ápice de frescura.

Las letras hablan de lo de siempre, al fin y al cabo los temas de todas las canciones de rock’n’roll de la historia son siempre los mismos: La noche, los días, las mujeres, la vida, las mujeres otra vez... Siguen mostrando ese equilibrio entre inocencia y desvergüenza, pero en este trabajo más que nunca, al sonar en combinación con las melodías y las músicas, su capacidad para emocionar se multiplica exponencialmente. Tampoco quisiera destripar el disco más allá de lo que he dicho, porque en música como en tantas cosas, el todo no es igual a la suma de las partes. Si de verdad queréis saber de lo que hablo, tendréis que escucharlo. Baste decir que me ha parecido un discazo, que suena a la vez áspero y tierno, como si se acariciaran mezclados la lija y el terciopelo.

Se me ocurren muchos momentos del disco que ejemplifican esto, pero por abreviar me quedo con dos: La lúbrica elegancia de “Champagne” (“Dos cuerpos de alfiler/ se pinchan sin freno / no miden si más o menos [...] yo no tengo la culpa / de ser más jonkie cada vez / de tus taras y tus multas... / de tus pies) y sobre todo con “La chica de Tirso”, ese temazo, otoñal y lánguido, que se despliega lento y triste, como gotas de lluvia que se estrellaran mansas sobre el cristal del coche. Os dejo un enlace también para ésta:



Como veo que me estoy poniendo tierno y no tengo pañuelos a mano, va siendo hora de terminar. Si algo de lo que habéis leído u oído en los enlaces os ha llamado la atención, podéis buscar vosotros mismos el resto de las canciones, para irlas catando. Y si os tropezáis con algún disco suyo, podéis incluso comprarlo original. Los de Pereza y Ramoncín os lo agradecerán. Los Pereza porque al fin y al cabo comen de eso, y Ramoncín porque como de todas formas nadie compra los suyos, él se alegra por los demás. Él es así.
Si os acaban gustando, que aproveche, y si no, pues qué le vamos a hacer. Hay gente para todo. Sin ir más lejos, tengo un amigo que se compró los dos primeros fascículos de “Furgonetas de antaño”, y otro que me convenció para ir a un concierto de Bon Jovi. Al segundo ya he dicho que no le guardo rencor, pero al primero le he cogido un poco de miedo. Pero ésa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.

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2 comentarios

Vamos que tendras tu que decir de Bon Jovi, si son de lo bueno lo mejor, lo mejor lo superior...., Además, parece que con los años los melenudos de 15 años se han olvidado de sus gustos, y vuelto gente snop de 35, que según ellos "Saben" apreciar que es bueno y malo, y por si fuera poco, ademas se sabe todas las cancioncillas de la Copla Española, y esconden ese simple hecho,.... y si quieres lo hablamos mañana entre cerveza y cerveza en mi casa a las 10. "El Organizador del Viaje a Madrid". ;)

3 de mayo de 2010, 18:35

Como conclusión yo diría que de todo lo malo sacamos algo bueno. Si te aprovecharon el paseito por Madrid , el ambientito primaveral del concierto, independientemente de la época del año, ya me entiendes... y sobre todo los teloneros; tu quizás disfrutaste, pero estos de "Pereza" han ganado un admirador de lo mejorcito que se despacha, hijo, que cada vez que coges el boli, me despiertas una sonrisa que me dura todo el día. Qué bueno ers chico!
Po cierto Bon JOvi estaría muy bueno en su casa haciendo chalequitos de punto, como ese del anuncio... qué malo es hacerse mayor y no reconocerlo!

19 de mayo de 2010, 9:55

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